16 de Febrero del 2013
Después de un mes de haber comprado las raquetas, por fin
llego la jornada para estrenarlas, para ello nos desplazamos al puerto de
Palombera, junto con Carlos, Ali, Carmen, Belen, Moni y yo, el día era
inmejorable, para disfrutar de la montaña, la nieve y la buena compañía.
Sobre las 11:00 de la mañana ya estábamos en las cuotas más
altas del puerto, donde nos consto un poco localizar un sitio para estacionar,
dada la gran cantidad de nieve que había amontonada a los bordes de la
carretera.
La ruta comienza en la carretera que asciende hacia el
puerto de Palombera desde Saja, allí nos encontramos con la Venta de Tajahierro,
unos metros más arriba sale una pista hacia la izquierda, este es el punto
donde comienza nuestra aventura.
En esta punto, ya con bastante nieve, recibimos unas
pequeñas instrucciones por parte de los más experimentados sobre cómo utilizar
y ajustar las raquetas, la ruta empieza
con una subida no muy pronunciada, con unas magníficas vistas de la venta de Tajahierro,
que es un caserón con muchos años de presencia en este lugar ya que en el siglo
XIII era la abadía de Santa María de Hozacaba, punto de acogida para los que
transitaban por lo que fue una calzada romana.
Las primeras sensaciones con las raquetas fueron muy buenas,
en pocos minutos te olvidas prácticamente de que las tienes puestas y te empiezas
a deslizar sobre la nieve.
La ruta transcurre por una cómoda pista que nos conduce
hasta Sejos, nuestra idea era dar un paseo, comer un bocata y volver por el
mismo camino, pero como siempre tras comer en un pequeño refugio que nos
encontramos en el camino, decidimos tomar una pista que descendía hasta la parte
inferior del puerto, a unos 300 metros de desnivel, por debajo del coche.
A partir de aquí, la ruta gano en interés, nos lanzamos por
un camino que no había sido transitado, y al progresar la nieve estaba bastante
blanda, por lo que los culazos fueron muy frecuentes, pero muy divertidos.
En apenas una horita ya estábamos en la carretera general,
ya solamente quedaba volver ascender hasta la furgoneta, para ello, Ali y yo
fuimos, con la ilusión de que algún coche nos subiría, pero no hubo suerte, y
tras una horita andando llegamos a la furgoneta, rápidamente nos cambiamos y
fuimos a buscar a nuestros compañeros.
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