10 de marzo
del 2013
En el camino de retorno de Bustablado a Santander, tras realizar
la visita a la cueva de Cañuela, Carlos comenzó a barajar planes para el
domingo dado que las previsiones climatológicas eran bastante buenas, había muchas
ganas de comenzar la temporada de barrancos, pero al final debido a unas bajas
de última hora, decidimos volver a
visitar la ferrata de la Hermida,
dado que aún no la habíamos realizado por los dos nuevos puentes que se habían instalado
el año pasado.
La ferrata de la Hermida consta de desnivel de unos 700
metros, pero sin embargo si decidimos ir por los puentes (decisión más que
recomendable), nos libramos del último tramo de la ferrata que se hace bastante
pesado dado que consiste en ascender por una superficie rocosa hasta la cueva
Ciloña, desde allí, más de una hora andando hasta llegar de vuelta a la
Hermida.
Como siempre antes de empezar con nuestra ascensión nos
registramos en la caseta que tiene instalada la organización de la Ferrata,
situada enfrente del Balneario de la Hermida, una vez inscritos, seguimos la
senda hasta las primeras grapas, como ya lo conocíamos, nos lo tomamos con tranquilidad
y disfrutamos de la ascensión.
Los primeros tramos son muy sencillos y con varias posibles escapatorias
para la gente que lo pase mal, también existe instalaciones por la que podemos
descender alguna zona de la ferrata rapelando.
Casi sin darnos cuenta llegamos a Cueva Diosu, en este punto hay
una bifurcación, a la derecha continuaremos ascendiendo por el trazado original
de la ferrata, y si somos valientes iremos por la derecha, donde nos
encontraremos con la ruta de puentes.
Sin dudarlo, decidimos
la ruta de los puentes, descendimos unos pocos metros, y pudimos divisar
el primer puente tibetano, de unos 35 metros de longitud, consta de cuatro
cables, que supongo debido al uso no están muy tensados y a la hora de progresar hay que tener
cuidado de no perder el equilibrio y darnos un buen susto, la salida del puente
es un poco técnica, dado que para cambiarnos las disipadores hay que hacer algo
de fuerza con los brazos.
Nosotros superamos el puente sin demasiadas complicaciones,
todos decíamos que no nos había dado miedo, pero nuestras caras indicaban lo
contrario.
Continuamos progresando y nos topamos con el segundo puente,
este tiene una longitud de unos 100 metros, a primera vista no parece tanto,
pero cuando estas encima la cosa cambia
y mucho.
La primera valiente fue Ali, que supero el puente rápidamente
y sin problemas, a continuación fui yo, pensado que iba a ser fácil, pronto
empezaron mis problemas, al principio, mis disipadoras no llegaban al cable de
vida, por lo que tuve que engancharlas durante la primera parte del trayecto a
los cables que sirven para apoyar las manos, poco a poco mientras iba avanzando
el puente se volvía más inestable, y tenía que aplicarme más en mantener el
equilibrio, por lo que reducí mi velocidad considerablemente, la verdad no
pensaba que me iba a dar tanta impresión pero he de admitir que estaba bastante
tenso, también para terminar hay que tener cuidado con los últimos escalones
dado que están sueltos y nos podemos llevar un buen susto.
Una vez
superado el puente, comentamos las impresiones, las chicas sin problemas,
mientas que Carlos y yo, habíamos sudado
la gota gorda para superarlo.
Ya solamente
nos quedaba el retorno a la Hermida por una pista forestal, unos 45 minutos
tardamos en llegar al restaurante para recuperar fuerzas con una buena comida regional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario