23 de Diciembre del 2012
Domingo por la mañana, aprovechando el gran día, decidimos
ir a visitar Santoña, la idea era realizar la ruta de faros y acantilados por
el monte Buciero y si había ganas y fuerzas, afrontar los 700 escalones que nos
conducen a Faro del Caballo.
Como ya conocíamos la ruta, no madrugamos demasiado, y
aproximadamente a las 11:00 de la mañana pusimos rumbo a Santoña, intentamos
convencer a nuestros habituales compañeros de aventuras, pero en esta ocasión tenían
compromisos.
Sobre las 11:45 aparcamos en el paseo marítimo, cerca del
campo de Rugby, dado que la ruta
comienza la final del paseo marítimo, dejamos nuestra ropa de invierno en el
coche, dado que hacia un auténtico día de verano y pusimos rumbo al Fuerte de
San Martín, el cual fue construido sobre un antiguo castillo en tiempos de Felipe
II.
A partir de ahí empezamos a ganar altura por una pista
pedregosa, durante aproximadamente un kilómetro, hasta que podamos divisar el
Fuerte de San Carlos, continuamos la rutilla hasta detenernos para poder
disfrutar de la siempre imponente Peña del Fraile, en cuyo escarpado perfil se
divisan varias cavidades con restos prehistóricos, cuentas las leyendas que una salva al unísono
de todas las baterías y fuertes del monte hicieron que se desprendiera la
cabeza de la “Peña del Fraile”.
Unos metros más adelante siempre muy bien indicado, nos
topamos con un cruce que nos indica que a la izquierda se encuentra el Faro del
Caballo, Mónica y yo nos miramos y decidimos afrontar las 700 escaleras que nos
conducen por el accidentado precipicio al
Faro.
En apenas 5 minutos ya empezamos a descender las escaleras, en
cada descansillo nos topábamos con gente recuperando el aliento para continuar con la ascensión,
cosa que te daba a pensar lo que nos iba a esperar para retornar, dado que no
existe otra ruta alternativa.
Ya en el faro, que se encuentra en la actualizada
abandonado, fue construido en 1863, allí decimos almorzar con unas impresiones
vistas del acantilado y sin pensarlo mucho comenzamos a afrontar el ascenso.
Una vez superada la escalinata, y de vuelta a la
encrucijada, seguimos por el camino a la derecha para así no perder el camino
real, podemos disfrutar en un bello bosque de encinas, madroños y laureles,
casi sin darnos cuenta llegamos al Faro del Pescador, que entro en funcionamiento
en el 1864, empleando una lámpara de aceite de oliva, y que tuvo que ser reconstruido en 1915 por los daños sufridos
por un ciclón.
Desde aquí enseguida divisaremos el penal del Dueso y la
playa de Berria, y en lo alto un antiguo fuerte imperial, de tiempos Napoleónicos,
seguimos andando y nos topamos con el Fuerte de San Martin, punto donde
finaliza la ruta.
Algún día tendré que visitar ese bonito lugar!!! Lo tengo pendiente desde hace tiempo.
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